Investigaciones de diferentes disciplinas (psicología, sociología, antropología, derecho) han concluido que el fenómeno de la violencia tiene raíces culturales y que no se trata exclusivamente de una problemática personal y familiar. En el contexto de estas construcciones culturales y sociohistóricas, “la violencia de género se define por las relaciones desiguales de poder que subordinan a las mujeres, por las relaciones patriarcales que hacen de las mujeres (y los hijos e hijas) propiedad de los varones y responsables del cuidado del hogar y los trabajos domésticos” (Maffia, 2016).